El Festival de Málaga, primera parada de muchos cortometrajes que triunfaron en los Goya

El cortometraje es un producto cinematográfico que esconde grandes riquezas y no se limita a ser solo un formato que todo cineasta principiante está obligado a conocer; un paso previo para realizar largometrajes. El corto es, quizá, el elemento más importante dentro del proceso de aprendizaje para hacer cine.

Desgraciadamente, casi la única posibilidad de ver cortometrajes en pantalla grande es mediante el concurso en festivales. Nuestro Festival de Málaga ha dedicado desde 1998 un espacio, pequeño en las primeras ediciones para ir creciendo con el paso de los años, reservado a las primeras historias en celuloide de infinidad de tempranos cineastas que fijaron en Málaga la primera estación de una carrera profesional.

Gente tan contrastada hoy como Daniel Sánchez Arévalo, Rodrigo Sorogoyen, Leticia Dolera, Daniel Guzmán, Borja Cobeaga o los hermanos Alenda, trajeron a nuestro festival aquellos primeros relatos con los que se enfrentaron cara a cara con el público, la crítica y la industria.

Hoy, con la perspectiva que da el tiempo y teniendo en el horizonte la gala de la entrega de los Goya 2020 que se celebrará el 25 de enero en el Martín Carpena, podemos decir que, en algunos casos, el Festival de Málaga supuso el primer paso en la carrera hacia el Goya de aquellos cortos y sus directores.



El caso más reciente es el de los mallorquines Joan Bover y Marcos Cabotá, quienes el año pasado fueron los ganadores del Premio del Público de nuestro festival con el corto documental Kyoko, la historia de la detención en Mallorca en abril de 1971 de John Lennon y Yoko Ono, acusados de secuestrar a una niña llamada de esa manera. Bover y Cabotá estuvieron nominados en la última edición de los Goya en la categoría de Mejor Corto Documental y vieron cómo otro mallorquín, Carles Bover, y Julio Pérez del Campo, finalmente se llevaban el premio por Gaza.

Álvaro Gago también pasó en 2018 por nuestro festival presentando su corto Matria, que contaba la historia de Ramona, una mujer oprimida en casa y en el trabajo que solo veía la luz cuando estaba con su nieta. El corto fue nominado al Goya como Mejor Corto de Ficción en la edición del año pasado pero no pudo llevárselo por el empuje de Cerdita, de Carlota Pereda.

Unos años antes, concretamente en el festival de 2015, Tomás Cimadevilla, recreó en su corto documental, Regreso a la Alcarria, el mismo viaje que hizo setenta años antes el Nobel español, Camilo José Cela y del que salió el libro Viaje a la Alcarria, del escritor gallego. El corto fue nominado en la categoría Documental, sin éxito ya que ese año Axel o’Mill Tubau se llevó el premio con Hijos de la tierra.

Ese mismo año, un corto de animación que pudimos ver en Málaga, Víctimas de Guernica, de Ferrán Caum, una cinta que visibilizaba a las víctimas del conflicto armado de El Salvador a través de un recorrido por el Guernica de Pablo Picasso, estuvo nominado en esa categoría que vio cómo la Academia elegía a Alike, de Daniel Martínez y Rafael Cano, como Mejor Corto de Animación del año.

Otros dos nominados tuvo nuestro festival en la edición de 2014 de los Goya. Lucas, de Álex Montoya y De noche y de pronto, de Arantxa Echevarría, ganadora en 2019 del Goya a la Mejor Dirección Novel por Carmen y Lola, vieron cómo Abstenerse agencias, de Gaizka Urresti, se llevaba el premio al Mejor Corto de Ficción de aquel año.

2013 fue un gran año. En los Goya, Aquel no era yo, de Esteban Crespo, una historia sobre un niño soldado en una de las innumerables guerras civiles africanas, se llevó el Premio al Mejor Corto de Ficción. La historia de Crespo ya había calado hondo en nuestro festival, que le concedió la Biznaga de Plata al Mejor Corto, Mejor Director y intérprete masculino (Gustavo Salmerón). Ese mismo año también pudimos ver por Málaga, Voice Over, de Martin Rosete, corto nominado en la misma categoría que el corto de Crespo.

Los hermanos Alenda, César y José Esteban, son unos asiduos a nuestro festival y dos de los realizadores con más proyección de nuestro cine. En la última edición nos presentaron su primer largo, Sin fin, pero ya en la edición de 2011 nos trajeron un corto, Matar a un niño, construido muy bien técnicamente mediante fotografías estáticas y sonidos en movimiento que representaban los sucesos de una narración en off en la que la vida de un niño estaba en peligro. El corto se llevó la Biznaga de Plata Premio del Público del Festival y en los Goyas de 2012 fue nominado al Mejor Cortometraje de Ficción. El Goya ese año fue para El barco pirata, de Fernando Trullols.

Mateo Gil, otro de los personajes más interesantes del cine español, se llevó un Goya en 2010 con Dime que yo, un corto que narraba el encuentro en una noche de dos personajes, el y ella, tras ser abandonados por sus parejas. La historia, interpretada por Fele Martínez y Judith Diakhate ya venía refrendada por el Premio Especial del Público en nuestro festival.

El año anterior, 2009, también se alzó con el cabezón un cortometraje visto en Málaga. Miente, de Isabel de Ocampo. Una historia sobre el tráfico ilegal de mujeres, a través de la mirada de una prostituta del Este, convenció a la Academia y al jurado malagueño que le otorgó su Premio especial en la edición de 2008.

Otros tres cineastas asiduos de nuestro festival, ganadores dos de ellos de la Biznaga de Oro, David Planell, en 2009 con La vergüenza y Daniel Guzmán, con A cambio de nada, en 2015, protagonizaron en el lejano 2004 junto a Daniel Sánchez Arévalo, director de la inolvidable AzuloscuroCasiNegro el mejor duelo en los Goya de tres cortometrajes premiados en nuestro festival.

Carisma, de Planell se llevó la Biznaga de Plata de nuestra ciudad; Sueños, de Daniel Guzmán, el Premio del Jurado y el del Público, y Exprés, de Sánchez Arévalo, una Mención Especial del Jurado. La batalla se trasladó unos meses después al escenario de los Goya, donde los tres cortos mencionados fueron nominados junto a En camas separadas, de Javier Rebollo, y Promoción. Prohibida su venta, de Luis Arribas. Finalmente, los sueños de Daniel Guzmán se llevaron el gato al agua y el Goya a la casa de su abuela Antonia.

Por último, recordar que cuatro cortometrajes que se han visto en la última edición del Festival de Málaga optan al Goya. Tres de ellos, El nadador, del malagueño Pablo Barce; Suc de Síndria, de Irene Moray y Xiao Xian, de JiaJie Yu Yan, optan en la categoría de Mejor Corto de Ficción. Por su parte, Muedra, de César Díaz Meléndez lo hace en la categoría de Mejor Corto de Animación.

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