Muchos pisos turísticos ubicados en Málaga capital buscan sobrevivir con alquileres de temporada

La patronal del negocio estima en 448 millones de euros el mazazo del confinamiento y prevé 2.900 millones de pérdidas hasta final de año, aunque huyen de la idea de una trasvase de vivienda al mercado de alquiler residencial. Los activistas consideran que la caída del turismo no les dejará otra opción que volver a colgar el cartel que “se alquila” y creen que esta pandemia les da la razón sobre los riesgos confiarlo todo al sector servicios.

Cientos de dueños de viviendas turísticas las dan de baja por la pérdida de rentabilidad.

Sin duda, uno de los negocios que más está sintiendo el frezado económico es el de los pisos de alquiler turístico, que en zonas como Madrid, Barcelona y otras muchas ciudades se han comido en pocos años una parte cada vez más grande del mercado del alquiler convencional.

Aún así, eso no significa que haya caído la cifra de viviendas turísticas: En la provincia hay 36.000 y 6.000 en la capital; sino que esos más de 1.500 propietarios se han ido pero la caída se enjuga con otras que se han dado de alta. Ya se advirtió el año pasado de que el crecimiento se estaba ralentizando.

Ahora, la pandemia ha puesto contra las cuerdas, al menos temporalmente, este modelo de negocio que ha ido encareciendo los precios de la renta, restando oferta al alquiler tradicional, expulsando a inquilinos del centro urbano hacia la periferia y reorientando los negocios del barrio hacia la industria turística.

De Airbnb a Idealista

La Federación Española de Asociaciones de Viviendas y Apartamentos Turísticos (Fevitur) ya cifra en 448 millones de euros el mazazo del confinamiento y prevé 2.900 millones de pérdidas hasta final de año, aunque advierte de que es imposible mirar al futuro sin saber cuánto tiempo estará paralizado el sector.

Mientras tanto, explican, sobre todo ha habido un salto hacia el alquiler de temporada como medida de supervivencia, una modalidad recogida en la Ley de Arrendamientos Urbanos, sin duración determinada y pensado no para necesidades permanentes de vivienda del arrendatario, sino para estancias concretas por trabajo, vacaciones o estudios, entre otros. Es decir, que muchas de las viviendas ofertadas por días o semanas en plataformas como Airbnb ya empiezan a aparecer en otras de estancia más prolongada como Idealista.

Las cifras de este trasvase escasean, aunque podría tomarse Barcelona como referencia, donde aproximadamente un 40% de sus viviendas turísticas se han reconvertido en alquileres de temporada, unos 3.900 apartamentos de los alrededor de 9.600 registrados en la ciudad, según la Asociación de Apartamentos Turísticos de Barcelona (APARTUR).

En Madrid hay más de 11.000 viviendas que se ofertan en Airbnb como alquileres turísticos, aunque una gran parte sin licencia para ello. Más de 7.000 se encuentran en el distrito Centro, según el portal Inside Airbnb. La asociación de particulares, gestores y pequeños propietarios de alquiler vacacional de la Comunidad, Madrid Aloja, engloba a unos 400 miembros con más de 4.000 apartamentos en total, y su presidente, Adolfo Merás, es claro al respecto. “El cambio del turismo al alquiler convencional es muy escaso de momento. Aún no es clara la tendencia, pero todo apunta a que la alternativa para obtener algún ingreso será el alquiler de temporada”, explica, aunque no puede ofrecer cifras hasta ahora.

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