Esto no es Berlín traslada a los espectadores a la movida de los 80 para recordarles que la sociedad les ha adormecido
Esto no es Berlín es la apuesta del director mexicano Hari Sama con la que competirá en Sección Oficial, un drama con fondo humanista y existencial. Para él ha sido como narrar parte de su vida, ya que tiene un alto contenido autobiográfico. Con ella se propone trasladar a los espectadores a la época más intensa y rebelde de la movida para recordarles que la sociedad actual les ha adormecido.
Sama considera que la evolución hacia un mundo más abierto, tolerante y con más derechos se ha llevado por delante al espíritu de inconformismo y de enfado que potenciaba la creatividad. Son algunas de las reflexiones que ha esgrimido en rueda de prensa, en la que le acompañaban sus dos actores principales, Daniel Villar y Xabiani Ponce de León. La libertad parece que nos ha dejado desnudos de rebeldía, ha aseverado.
Ambientada en la década de los 80 en plena Ciudad de México, el director relata desde un punto de vista nostálgico cómo el mundo nocturno le cambia la vida de forma radical a su personaje, Carlos –interpretado por Xabiani Ponce de León- de 16 años, del mismo modo que a él también le condicionaría para siempre en la vida real.
Este punto de inflexión tiene lugar cuando lo invitan a un club alternativo muy conocido. A través de él se cuela en la profundidad de los suburbios, del universo underground, donde drogas, postpunk, sexo y adicciones le ayudan a descubrir su pasión por el arte dejando atrás frustraciones y limitaciones.
Era también en aquella época cuando se miraba a Londres o Berlín como ciudades a las que anhelar en un México con las fronteras cerradas y con una libertad muy mermada. Todos querían estar en la movida europea, ser partícipes de ella. Había una gran necesidad de hablar desde una estética y un lenguaje que no iba acorde a la realidad mexicana. Esta comparación con Europa le hacía repetirse continuamente la expresión “Esto no es Berlín, carajo”. De ahí el nombre de su trabajo plagado de recuerdos de su juventud. También se ha nutrido de la movida española como inspiración y referente.
Hace años estaba mal visto llevar piercings, tatuajes, el pelo de colores o que dos personas del mismo sexo se dieran la mano por la calle. Cosas tan básicas que ahora damos por hecho, antes había que pelear por ellas. También era muy complicado acceder a determinados discos o a cualquier trabajo cultural procedente de fuera de este país latinoamericano. Costaba mucho descubrir tu propia identidad y exhibir tu propia personalidad. Pero ahora ya no.
A lo largo de la rueda de prensa ha vuelto a realizar varias retrospectivas para lanzar también una crítica a la generación millenial porque para él tanta diarrea de información ha convertido a la cultura en un producto de consumo efímero que caduca en días, restándole cada vez más esencia y calidad.