Finlandia descubre una fuente de energía para 20 millones de años

Con las renovables enfrentando límites y la crisis ambiental en aumento, la urgencia por encontrar alternativas es mayor que nunca. Sin embargo, los ecologistas proponen una solución de la que nadie quiere hablar.

Investigadores en Finlandia han identificado una nueva fuente de calor subterráneo con una vida útil estimada de 20 millones de años. Este hallazgo representa un avance significativo en el campo de la energía renovable. Se ha detectado una vasta reserva de torio, que podría desempeñar un papel clave en el suministro energético del país, al transformar la energía térmica del subsuelo en una fuente sostenible de electricidad.

El innovador sistema extrae calor de las profundidades terrestres y lo convierte en energía aprovechable para el consumo. Este avance tecnológico marca un punto de inflexión en la evolución de las energías limpias, ofreciendo una alternativa eficiente y sostenible. Con su implementación, Finlandia podría posicionarse a la vanguardia de la producción energética con bajo impacto ambiental, reduciendo la dependencia de combustibles fósiles y favoreciendo la estabilidad del sistema eléctrico.

La planta geotérmica tiene la capacidad de generar hasta 2600 MW anuales, lo que equivale a proporcionar calefacción a aproximadamente 130 hogares. Al integrar esta energía en la red de calefacción urbana, se espera disminuir significativamente el uso de recursos no renovables. Además, los primeros estudios sugieren que las emisiones de carbono asociadas a este sistema serán un 95% menores en comparación con las de las fuentes tradicionales de energía.

La energía geotérmica en Finlandia y España

Finlandia ha apostado con fuerza por la energía geotérmica, convirtiéndola en el pilar central de su estrategia energética. Sin embargo, el reciente hallazgo de una nueva fuente subterránea supone un avance sin precedentes en la transición hacia un modelo energético sostenible. Gracias a esta tecnología, el país escandinavo se posiciona como referente mundial en la adopción de energías limpias, inspirando a otras naciones a seguir el mismo camino hacia un futuro más ecológico.

Este innovador sistema energético se basa en la extracción del calor terrestre para producir electricidad con un impacto ambiental mínimo. Las estimaciones iniciales indican que las emisiones generadas por este método serán hasta un 95% menores en comparación con las de los combustibles fósiles. Además, las centrales geotérmicas no emiten gases contaminantes, lo que evita contribuir al calentamiento global y refuerza su papel en la lucha contra el cambio climático.

En España, el potencial geotérmico es considerable, sobre todo en las Islas Canarias, donde la actividad volcánica podría favorecer su desarrollo. Además, el país cuenta con importantes reservas de litio, un recurso esencial para el almacenamiento energético. Según datos recientes de EFE, la compañía británica Berkeley ha identificado vastos yacimientos de litio en Salamanca. La combinación de geotermia y litio podría ser clave en la transformación del sector energético español.

Problemática de la geotermia

Aunque la energía geotérmica es renovable y de bajas emisiones, no está exenta de impactos. La extracción de calor puede liberar pequeñas cantidades de gases de efecto invernadero atrapados en la corteza terrestre, aunque en menor medida que los combustibles fósiles.

Otro riesgo es la posible contaminación de acuíferos si los fluidos extraídos no se manejan correctamente, lo que podría filtrar sustancias tóxicas. Además, la construcción de plantas y perforaciones puede afectar el paisaje y los ecosistemas locales.

Uno de los efectos más debatidos es la relación entre la actividad geotérmica y los movimientos sísmicos, ya que la inyección de agua en el subsuelo puede provocar microsismos. Controles estrictos y monitoreo constante son esenciales para minimizar estos riesgos y garantizar su sostenibilidad.

Búsqueda de fuentes de energía alternativas

Ante los desafíos ambientales y las limitaciones de algunas renovables, la búsqueda de nuevas fuentes energéticas es una prioridad. Además de la geotermia, se investiga la fusión nuclear, que busca generar electricidad sin residuos radiactivos ni emisiones. Aunque aún en fase experimental, proyectos como ITER en Francia avanzan en su desarrollo.

Otra alternativa en crecimiento es el aprovechamiento de las olas y mareas. La energía mareomotriz y undimotriz ofrecen una generación continua y predecible, algo que la solar y la eólica no garantizan. Países con amplias costas, como Reino Unido y Portugal, apuestan por esta tecnología para diversificar su matriz energética.

Además, se están investigando combustibles sintéticos y el hidrógeno verde para sectores difíciles de electrificar, como el transporte marítimo y la industria pesada. Producido con energías renovables, el hidrógeno podría reemplazar el gas y el carbón, acelerando la descarbonización y haciendo el futuro energético más limpio y eficiente.

La solución a la emergencia climática

A pesar del avance en renovables, muchos ecologistas sostienen que la clave para afrontar la crisis climática es reducir el consumo. El decrecimiento planificado busca reorganizar la economía para evitar la sobreexplotación de recursos y el colapso ambiental.

Este enfoque critica el crecimiento infinito, advirtiendo que, incluso con renovables, una demanda descontrolada sigue degradando los ecosistemas. En su lugar, aboga por reducir la jornada laboral, fomentar la producción local y priorizar el bienestar social sobre la acumulación de riqueza.

Para lograrlo, se promueven modelos como la economía del bien común, el cooperativismo y la autosuficiencia energética, junto con hábitos de consumo más sostenibles. Aunque implica renunciar a ciertos lujos, sus defensores lo consideran esencial para un futuro sostenible.

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